Amor que ensanchas el pecho,
te desbordas en todo lo visible,
que derribas fronteras.
y enlazas riberas,
y estás en la flor, en el fruto,
en la raíz y en el tallo,
en la rama verde y en el árbol seco,
en el loto y en el miasma.
Amor que vives en el niño y el anciano,
en la cuna y en el último lecho,
que mutas al gusano en su crisálida,
para darle alas y elevarlo.
Amor que iluminas y oscureces el alma
para develar el misterio de tu fuente,
que estás en el sol como en la luna,
en el aire, en el fuego y en el agua
para crear, formar y destruir,
para nacer y morir y volver en miríadas.
Amor que invades con tu música el alma
del que te escucha
que llevas de la mano al que te sigue,
que vives y eres todo lo que es,
que al morir los seres, no dejas de ser,
porque nada te destruye ni lastima,
desciende sobre nosotros tu caricia,
ayúdanos a verte
ayúdanos a oírte,
ayúdanos a sanar nuestras heridas,
a reconocerte en cada átomo, en cada nacimiento,
y en la muerte,
fortalece nuestras piernas desfallecientes,
ayúdanos a estar presentes en cada momento,
como tú estás siempre presente.
(Dedicado al nacimiento de Pilar).
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